26 oct 2010

Una digestión larga

Otra tarde sentada en mi estudio, filosofeando un rato mientras hago la digestión...

La palabra "amor" está llena de connotaciones... de hecho, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, consta de más de diez definiciones para dicho término. Seguramente nadie se pare a mirar lo que un consejo de eruditos y sabios de la lengua española ha decidido que signifique tal palabra. Sin embargo, yo me he atrevido: "Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser".

Tengo que reconocer que la definición me ha pillado por sorpresa. Mi lado romántico (25%) está indignado, al 75 restante (probablemente el lado sarcástico) le hace gracia.

"Amor", como dije anteriormente, tiene muchísimas connotaciones. No he podido evitar cuestionarme la dureza con la que lo han definido.

El amor, siendo poco sentimentales, científicamente hablando, no existe. El amor es una ilusión provocada por una serie de sustancias químicas generadas por nuestro organismo, una de ellas (conocida, de hecho, por "la hormona del amor"), que desencadenan diferentes conductas relacionadas con la reproducción e instinto paternal. Es decir, el enchochamiento, propiamente dicho, es únicamente un subidón de hormonas. Que simple y cínico suena, ¿verdad?

Nadie se conforma con eso...

El amor, como dice mi diccionario, es un sentimento intenso... genera el deseo de querer estar con la otra persona, y si es recíproco, hace que queramos asegurarlo para el resto de la vida. Pero hay un matiz que me ha llamado la atención (primer gran fallo): "partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser". Qué gran verdad, ¿no?

Estar en una nube y rezumar felicidad cuando se está enamorado es una delicia, pero puede ser un arma de doble filo. Es como lo que le ocurre a un globo, lo llenamos y llenamos y cuanto más fuerte y grande lo tenemos, menos hace falta para que algo tan pequeño como un alfiler, lo rompa.

Ciertamente, partimos de nuestra insuficiencia, nuestro complejo irremediable de inferioridad (consecuencia de idolatrar al otro) para que nuestro corazón le pertenezca. Pero ¿realmente es esa la característica que queremos destacar en una definición?


Es típica la pareja del parque, esa a la que no podemos dejar de mirar, o la pareja de ancianos que va dando un paseo cogida de la mano. Nadie se plantea que eso no sea amor, pero, hay más formas de amar que no vienen descritas en este libro:

El amor es un sentimiento increíblemente intenso que puede ser la consecuencia de la atracción que conlleva la compatibilidad intelectual, física y ética entre dos personas. Bien, pero no sólo es eso, y he aquí el otro gran fallo de esa definición: El amor, no solo no es un sentimiento de inferioridad, sino que tampoco pertenece a los típicos enamorados. El amor es un sentimiento amplio a la par que intenso. Se siente amor por un hijo, incluso más fuerte y duradero que el que compartan los protagonistas del mayor romance nunca escrito. El amor implica dedicación, devoción, pasión... y eso no solo se encuentra en un parque, sino en todo lo que nos produzca una felicidad irremediable, una preocupación sana, una paz interior. Un trabajo, un viaje, un objeto, un sabor, un lugar...

Pienso que es igual de cínico hablar de amor como proceso químico, que vacío es definirlo como el sentimiento que implica tener que ser un subordinado, un ser menudo que se ata a otro ser, y olvidarse de las demás connotaciones igualmente válidas e importantes. Queda claro que el que decidiera escribir eso en un diccionario, estaba muy resentido...

El amor es todo aquello que nos produce escalofríos.


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