Quemada por el sol, tumbada en el sofá, con las piernas por alto y la espalda torcida, escucho a Bob Dylan en un intento de absorber su fuerza inspiradora.
Un largo día de playa me ha dejado agotada, pero lucho contra el sueño porque me resisto a que pase el tiempo. El tiempo vuela y mis días pasan a velocidad supersónica, sin dejarme un segundo para asimilarlo. Hace unos suspiros yo me encontraba en la orilla de una playa de aguas cristalinas con la superficie turquesa y soñaba despierta con el año que me espera, mientras jugaba con la arena, sin reparar ni un momento en ese presente tan paradisiaco que tenía frente a mis narices.
Soñando siempre, se me escapa la vida...
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