25 nov 2010

Subida instantánea de moral

Hoy llevo estudiando Neuroanatomía desde que me desperté, a pesar de no haberme tomado ni un descanso para ir a buen ritmo, sigo sin tener ni idea de lo que leo. Voy a repasarme el tema que me estudié hace dos horas y no recuerdo nada.

Tras tomarme una valeriana y meditar durante dos minutos (llamo meditar en este caso a echarme en cara lo idiota que soy al no haberme enterado de nada tras leer un párrafo de ocho líneas cinco veces), mi madre entra en mi habitación. La observo. La noto algo apurada, aunque no me dice nada sé que quiere preguntarme algo.

- Mamá, ¿te pasa algo?
- Sí hija mía, estoy oyendo la radio en el móvil y me está dejando sorda, voy a tener que quitarme los cascos porque a esto no se le puede bajar el volumen.

Tras inspeccionar durante un segundo el cacharro, le doy a un botón y el estrepitoso sonido cesa.

- Toma mamá, prueba ahora.
- ¡Pero qué lista eres!

Hasta cuando no se da cuenta me levanta el ánimo... Qué haríamos sin nuestras madres...

5 comentarios:

  1. Precioso lo que dices de tu madre. Ánimo con tus estudios, y recuerda que si estas algo más positiva saldrá todo mejor.
    Un beso

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  2. Es cierto, la seguridad que da el positivismo nos ayuda en todo. Y bueno, qué voy a decir, mi madre es una madre con mayúsculas.

    Gracias por leerme. Un beso.

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  3. Como una MADRE no hay nada. Es verdad. Pero, qué suerte tener hijos que te solucionen los problemas con las nuevas tecnologías... Lo digo especialmente afectado hoy, que estoy humillado y ofendido por no haber podido presentar, en condiciones, un Power Point que había pasado horas y horas preparando con la mayor ilusión...
    Bueno, Irene, no te desesperes con la Neuro... ¡Descansa! Yo me voy a dormir, a ver si se me pasa la frustración.

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  4. ¡Ah! Que quiero dejar aquí, también, un beso para Ana, que es muy linda y tiene un blog estupendo.

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  5. Lo malo de la tecnología es precisamente eso. No importa lo avanzada y ultramoderna que sea, nunca ofrecerá un trato personal y cercano. A veces nos falla y nos juega malas pasadas sin dar explicación alguna.

    Tengo que ser sincera en algo: Posiblemente hubiese sido más felíz naciendo hace cincuenta años. Pensaré toda mi vida que el mejor regalo que se le puede hacer a un niño son unos lápices de colores y un cuaderno de hojas blancas. Nunca he sido buena con la tecnología, de hecho he sido nula, pero quizás porque he huído de ella a conciencia. Creo que nada supera a una clase magistral, como las de antes. Los profesores que hacen mella son los que saben transmitir con la palabra, no con una "diapo".

    Gracias por su sinceridad...

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