1 ene 2012

Año Nuevo

Pupilas dilatadas, rubor en mis mejillas, palpitaciones en el pecho, besos, abrazos y carcajadas. Un año cargadito de salud. Ese es mi deseo.

Como cada Navidad me gusta sentir la bondad y calidez propias de ésta fiesta y envolverme del espíritu navideño con sus buenas esperanzas. Hace una Navidad escribí en este mismo lugar, sobre las personas olvidadas, que cada año, "celebran" la Navidad solas o pasando apuros. Aquello no ha dejado de inquietarme y sigue provocando tormentas en mi cabeza, pero hoy quiero mirar con optimismo al nuevo año.

Las noches viejas y los uno de enero son días complejos. Suelo despertarme el 31 de cada diciembre con la sensación de que todo lo que haga a partir de que mis ojos se abran y mis pequeños pies toquen el suelo será lo último que haga en el año que se escapa. Todo está en calma, hoy las familias se reúnen para celebrar que todo lo malo podrá cambiar y que, una noche vieja más, todos juntos, despiden el año.

Muchos, quizás ilusos, idealistas, optimistas, pensamos que aquello que no nos gustó desaparecerá con las doce campanadas y que el nuevo año brindará nuevas y mejores oportunidades para cambiar, para mejorar, para empezar de nuevo...

Las abuelitas con ilusión, atentas a los cuartos y explicando con entusiasmo, cómo se deben tomar las uvas, se encargan de recordarnos que hemos sobrevivido juntos y que cuando acabe la cuenta atrás se nos planteará un nuevo reto: sobrevivir a los 365 días que nos regalará el calendario del año que llega.

- ¡Feliz Año! - Gritan los presentadores en la pantalla de televisión.

Otro año más, qué pereza da. Es como empezar a escribir una historia en una hoja en blanco, la incertidumbre que me inunda cuando apoyo el bolígrafo sobre el papel y deslizo una tímida palabra que se siente sola ante el vacío, ante el silencio de la nada. Una mezcla de sentimientos encontrados, nostalgia y esperanza. Es uno de enero y se puede palpar en la habitación que la tensión ha desaparecido. Hemos entrado con el pie derecho por delante, con algo rojo encima y doce uvas en el estómago, aunque a más de uno se le resistan en la boca.

Cohetes artificiales, bengalas, confeti, champagne... luces de colores, olor a pólvora, frío y calor... Pedimos un deseo... y esperamos que la magia del momento nos lo conceda, como niños pequeños. Pupilas dilatadas, rubor en mis mejillas, palpitaciones en el pecho, besos, abrazos y carcajadas...

Feliz Año 2012.


2 comentarios:

  1. Aunque yo no sea presentador de televisión también lo repito: ¡Feliz Año Irene! Y que tus sueños, los que tú quieras, se conviertan en realidad.
    Un beso.

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  2. Gracias, igualmente, querido Francisco. Que sea un bonito año, que se le cumplan a usted también sus deseos ¡y que sigamos como estamos!

    Un abrazo.

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